El 2 de mayo se presentó parte de la reforma laboral de la actual administración, que a mi juicio tiene que ver con temas blandos, como la inclusión y la flexibilidad en los horarios. El debate se centró de inmediato en las horas y días de trabajo. Unos y otros parecen haber olvidado que ya no estamos en el siglo 20, sino en el siglo 21. Y que lo que han puesto en el debate poco tiene que ver con la realidad a la que se enfrenta el trabajador del siglo 21.
La reforma laboral que se está discutiendo no está considerando los verdaderos desafíos que tiene el mundo del trabajo en los próximos años. Hay cuatro temas clave sobre el trabajo del siglo 21 que deberían estar en el debate:
1. Capacitar a una gran masa laboral en competencias y habilidades del siglo 21. Para ello se debe echar mano a una forma innovadora de capacitación que ha nacido al alero de Internet: los MOOC (Massive Online Open Courses), impartidos por las principales Universidades del Mundo, para el desarrollo de las competencias y habilidades que serán demandadas en los próximos años. Deberían entrar en el SENCE y ser promovidos activamente.
2. Generar autoempleo sostenible, que mitigue en lo que se pueda los efectos del desempleo tecnológico. Desde el Estado se puede potenciar los actuales programas de capacitación de tele-emprendedores. En Uruguay se capacitó al 1% de la población, que hoy exporta US$ 500 millones al año. Por regla de tres, se podrían capacitar 170.000 emprendedores, que exportarían US$2,800 millones al año.
3. Entregar un marco legal laboral a los trabajadores chilenos, que les permita competir a nivel mundial con una creciente masa de teletrabajadores. Aún no se entiende que el trabajador chileno no competirá en el mercado laboral local, sino en el global, y que cada vez un mayor número de puestos de trabajo se irán a otros países a menos que se entregue un marco legal a esta realidad.
4. Focalizar el esfuerzo del Estado hacia la preparación de profesionales del siglo 21. Además de pensar en la gratuidad de la enseñanza superior en función de criterios socioeconómicos, hacerlo en función de las necesidades de la economía del país. Que el Estado invierta con plata de todos los chilenos en financiar carreras profesionales que no serán demandadas en el siglo 21 es un despropósito. Esta inversión no tiene un retorno, ni económico ni social. Es incomprensible que este criterio de selección para proyectos públicos no se utilice en algo tan trascendente para el futuro de Chile.
El presidente Piñera en su campaña dijo en varias ocasiones que debemos mirar a Chile por el parabrisas y no por el espejo retrovisor. Creo que es algo en lo que todos estamos de acuerdo. Sorprende entonces que la reforma laboral se debata por todos mirando al espejo retrovisor, y que el centro de la discusión sea cuantas horas y por cuantos días vamos a trabajar. Denota una gran miopía por parte de la elite política y económica del país, que esperamos sinceramente sea superada cuanto antes.
Alfredo Barriga Cifuentes
Ex Secretario Ejecutivo de Desarrollo Digital
Autor “Futuro Presente: cómo la nueva revolución tecnológica afectará mi vida”, publicado en Amazon.com
Profesor UDP