De un tiempo a esta parte, todos los ministros quieren ser como Marcela Cubillos. Es decir, tomar un tema de notoriedad pública, anunciar un proyecto de ley sin entregar su texto en varios días, y salir a los matinales de TV a difundirlo. Es precisamente lo que está haciendo ahora el ministro del Trabajo. De lo que se trata es de poner un tema en agenda, más que defender un proyecto concreto. De empatizar con el ánimo imperante, a costa de publicidad tendenciosa.
La reforma laboral que ha presentado el gobierno contradice principios básicos del Derecho Laboral. Primero, porque a través de ella, el trabajo de 11 o 12 horas diarias puede terminar siendo la regla general en Chile. Segundo, porque se basa en la capacidad ficticia e ilusoria que tendría el trabajador para negociar individualmente con el empleador sus condiciones de jornada.
Trabajadores que trabajan más y que ganan menos. No se aprecia por dónde puede estar la ganancia ciudadana en este proyecto.
El gobierno buscó priorizar comunicacionalmente solo algunos aspectos que pueden sonar muy bien si son explicados de lejos. Pero de cerca, sabemos que la letra chica se hace grande. Muchas de estas ideas, o son innecesarias, o son derechamente incorrectas.
Por ejemplo, se ha mencionado con burda insistencia el tema de los bloques horarios; es decir, que se pacte un bloque horario para la entrada y un bloque para la salida, de forma tal que el trabajador pueda escoger su hora de entrada diaria al trabajo y de esa forma se vaya ajustando automáticamente su hora de salida. Hay que avisarle al Ministro que eso ya existe. El numeral 5 del artículo 10 del Código del Trabajo no lo prohíbe. Existe un Dictamen preciso de la Dirección del Trabajo que lo explica (ORD. 2785/58 de 2007). Y no solo eso: en la práctica ya se aplica el sistema de bandas horarias en muchas empresas e incluso, en el sector público. Pero al gobierno no le importa: suena bonito y es lo que importa.
También se ha insistido con el caramelo que significaría trabajar 4 días por 3 de descanso. Casi como si todos los chilenos fuéramos a trabajar de lunes a jueves y el viernes partir a la playa. Pero lo concreto es que el día libre puede ser un martes o un jueves, no necesariamente un viernes, y que se hará con la misma jornada semanal actual, esto es, 45 horas semanales. Es decir, jornadas de 11:15 horas diarias. Más colación. Entrar a las 9 AM y salir a las 9 PM. Una hora de ida y otra hora de vuelta al trabajo, y son 14 horas fuera de la casa. ¿Qué tipo de vida familiar resiste ese ritmo, todos los días, todo el año, todos los años? Y como el sueldo promedio en un supermercado no pasa de los $380 mil mensuales, muchos trabajadores recurrirán al trabajo en la feria, o en UBER, Rappi u otra plataforma –trabajos que, dicho sea de paso, el proyecto insiste en no reconocer como relación laboral, o sea, dice que esos trabajadores no son trabajadores.
Otro tema con el que se ha hecho publicidad es con la supuesta rebaja que significaría la mensualización de la jornada laboral a 180 horas. El cálculo rápido es que como el mes tiene un poco más de 4 semanas (2 ó 3 días más, aunque depende de cuántos domingos y feriados haya ese mes), se produce una rebaja aproximada de 12 horas de jornada mensual. ¿Dónde está el truco? En que el empleador podrá mensualizar jornada cuando tenga semanas de alta carga y otras de baja carga, ahorrándose el pago de horas extras en las de alta, que es lo que tendría que hacer hoy. Y nuevamente, con la posibilidad de hacer trabajar 11 horas diarias al trabajador, más colación, más traslados, es decir, 13 o 14 horas fuera del hogar. Y si en una semana de baja se le produce una mayor carga, echa mano a la bolsa de horas extras que también introduce la ley. Pero siempre trabajando más y pagando menos a lo que existe hoy.
Y así otra serie de disposiciones que debilitan la posición actual de los trabajadores, sin mayor beneficio a cambio. Se buscaría establecer la posibilidad de imponer semestralización y anualización de jornadas sin que exista sindicato. Se buscaría semestralizar los domingos libres a que tienen derecho los trabajadores que deben trabajar ese día, de forma de que terminen trabajando 12 domingos seguidos sin descanso. Se buscaría eliminar el beneficio de pago de semana corrida para quienes reciben sueldo fijo y remuneración variable.
En síntesis, la presentación de este proyecto devela no solo una mala idea que terminará extendiendo la jornada laboral de los trabajadores sin mayor retribución.
Devela también una mala práctica de debate político, aquella de anunciar conceptos generales, ideas inespecíficas y caramelos para la galería, sin permitir una discusión seria y razonada sobre la base del texto legislativo. Como lo hizo Marcela Cubillos con Aula Segura y Admisión Justa. Pero como dice el fiscal Gajardo, el truco funciona solo hasta las 12.